Hoy vengo a contaros mis experiencias en familia. Lo que para mí ha significado ser la "gordita" de la casa. Lo que ha significado ser la mayor de tres primas muy muy delgadas teniendo sobrepeso. Lo que ha sido escuchar comentarios constructivos o no tan constructivos por parte de mis seres queridos.
Eso que dicen que "quien bien te quiere, te hará llorar". A mí me ha pasado en propia persona. Muchas veces. Recuerdo varios comentarios. Algunos con más gracia que otros. Algunos incluso los recuerdo con cariño. Otros los llevo clavados.
Uno de los primeros comentarios que recuerdo fue por parte de mi padre. Mis padres, los dos, han sido siempre muy delgados hasta que llegamos mi hermano y yo. Mi madre debe ser que ensanchó con eso de los embarazos. Mi padre dejó de fumar cuando yo tenía 2 años. Aún así, tienen los dos unas piernas muy finas y bonitas. Yo, tengo estas piernas y este culo desde que nací. Siempre he sido así (kilo arriba, kilo abajo).
Un día estábamos sentados en la cocina, cenando. Más de una vez he tenido que escuchar comentarios del tipo "yo creo que ya has comido bastante", pero esa vez fue distinto. Era verano. Mi padre estaba sólo con un pantalón corto, yo con un pijama de verano, con pantalón corto y camiseta de tirantes. La frase fue "¿Tú te has fijado? ¿Lo ves normal? Tengo yo menos pierna que tú." ¡Zas! ¿Podéis imaginar cuánto duele algo así? Esa noche lloré sola en mi habitación. Mucho.
Obviamente, no le guardo rencor a mi padre. Soy consciente de que lo hacía por mí, por mi salud. Pero lo cortés no quita lo valiente. Y ese comentario aún resuena en mi cabeza.
Otros comentarios que recuerdo además muy constantes eran por parte de mi abuela paterna. Era la típica abuela que te dice "Uy, ¿no estás más gordita?". Comentarios que hacían daño, claro, porque con el resto de mis primos sólo se escuchaba "Qué alto y qué guapo está Iñaki" (Iñaki es mi hermano, algún día os lo presentaré, porque sí, porque es jodidamente guapo, jodidamente alto y jodidamente delgado) o "¿has visto qué guapa se está poniendo Cristinita?". Y a mí me daban ganas de decirle con mucha gracia y salero eso de "sí, yo más gordita y tú más vieja", pero siempre he sido más de morderme la lengua y tragar veneno.
De los que más gracia me hacen es cuando mis tíos maternos hablan de cuando mis primos y yo éramos pequeños. Que Sergio y yo éramos los bebés más guapos. Que yo era la más rica porque siempre pedía mimos, pero el único capaz de aguantarme en brazos era mi padre porque pesaba mucho. Tampoco me daban chucherías. Jamás tomé más de medio potito. Y nunca he probado la leche entera. No tenía bikinis, siempre en bañador.
Queda feo decirlo, pero yo tengo una abuela favorita. Hace un año que se fue, pero sigue estando conmigo. Y quizás ella ha sido una de las más duras en lo que a comentarios se refiere. Recuerdo haber tenido cientos de cabreos con ella porque me decía cosas cómo "¿Todo eso vas a comer?". Luego intentaba arreglarlo diciéndome que era sarcasmo, pero no siempre colaba. Pero con ella me atrevía a contestar. Era otra relación. "Sí abuela, todo eso, y media barra de pan. Y lo mismo de postre me como dos natillas"
Una vez hasta me tiró del pelo para quitarme un pañuelo que me había puesto y me dijo que así no salía de casa. No entendía mucho que a mí me gustaba ser diferente.
Y bueno, qué deciros de "las primas". No es que recibiese comentarios suyos, pero es que soy la prima "gorda". Por parte de mi padre, sólo somos dos chicas, pero como la diferencia de edad es más notable, no es tan acusado el cambio de tallas (¡hola Cris!. Por parte de madre, somos 3 chicas, y muchos chicos. Y entre todos sólo nos llevamos un año cada uno. Mis primas, para que os hagáis una idea, son dos pivones. Una (¡hola Lici!) hacía ballet (imaginad qué palillito era) y la otra (¡hola Patri!) entre lo tísica y lo negra, parecía una niña saharaui. La primera, tiene un verde de ojos precioso. La segunda tiene una belleza racial increíble. Intentad haceos respetar con este par a los lados. Yo era la prima gorda. Y aunque ahora mis primas hayan ensanchado caderas, sigo siendo la prima gorda. Y seguiré siendo la prima gorda aunque ellas cojan 100 kilos y yo pierda 30. Moriré siendo la prima gorda.
Es cierto, quien bien te quiere, te hará llorar. La diferencia está en que lo que llores se te atragante dentro, o seas capaz de dejarlo ir. En mi caso, he perdonado todos y cada uno de los comentarios que he recibido en casa y adoro pasar tiempo en familia.
Buenas noches.
Bgo.